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María Gil Álvarez

Trayectoria y Formación

¿Qué opina sobre la figura de la mujer en la ciencia en España?

La evolución de la figura de la mujer en la ciencia en España está siendo bastante rápida en los últimos años. Ya no resulta sorprendente ni encontrar muchos grupos de investigación liderados por mujeres ni mujeres al frente de la gestión de la ciencia.

Muchas instituciones, como las academias de la ciencia de todo el país, están siendo muy sensibles al respecto. Las de creación reciente, a través de una composición equilibrada desde su puesta en marcha. Las de más solera, renovando sus estatutos para que promuevan la convergencia hacia ese equilibrio en su composición.

Como ejemplo de las segundas, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (RAC) creada en 1847, no se había incorporado ninguna mujer como académica numeraria hasta 1988, fecha en la que tomó posesión la bioquímica Margarita Salas. Aún transcurrirían 22 años hasta que otra mujer accediera como numeraria: la algebrista Pilar Bayer. En los 10 años siguientes ingresaron cuatro mujeres más (la primera de estas la actual presidenta de la RAC, Ana María Crespo de las Casas), y en diciembre de 2020 se publicaron en el BOE los nuevos estatutos de la corporación. En ellos aparecía uno de los lemas actuales en la presentación de la RAC:

Esta Academia tiene el compromiso estatutario de alcanzar el mejor equilibrio de género entre sus miembros.

Cuando ingresé en la RAC, en enero de 2023, el porcentaje de académicas entre los numerarios era del 15%. En 2025, entre numerarios y electos ese porcentaje ha ascendido al 23%, siendo buena muestra del efecto del compromiso estatutario asumido por la RAC. También en esa línea, la FRACE y MasterCard llevan apostando desde 2019 con sus premios por reconocer el joven talento científico femenino.

Además, ministerios, universidades y centros de investigación en España fomentan directrices de igualdad. Como resultado de estas acciones cabe anticipar que en muy pocas décadas la pregunta planteada no suscite mayor interés.

¿Qué mujer científica le inspira?

Preferiría no escoger porque hay muchas personas a las que admiro y no me gusta ‘ordenarlas’ según algún criterio de inspiración.

Si es obligado, mencionaría a dos con las que en algún momento tuve el privilegio de literalmente ‘cruzar unas pocas palabras’: Margarita Salas (bioquímica asturiana a quien conocí en enero de 2000, con ocasión de la investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo del profesor Sixto Ríos García) y a Elizabeth Scott (estadística que residió en Berkeley desde temprana edad y desarrolló su vida profesional en la universidad de esa ciudad, donde la conocí en 1988).

Margarita Salas no requiere presentación. Sobre Elizabeth Scott, el resumen biográfico que de ella ha hecho hace poco más de un año Marta Macho Stadler (https://culturacientifica.com/2023/12/20/elizabeth-scott-entre-la-astronomia-y-la-estadistica/) describe muy bien cómo alternó sus dos pasiones científicas: la astronomía y la estadística. Debido a que en su juventud las mujeres tenían reducidas notablemente sus perspectivas dentro de la astronomía, y a su doble formación en astronomía y matemáticas, en 1949 defendió su tesis doctoral con buena parte de su contenido de carácter inequívocamente estadístico, en 1951 se unió al Departamento de Matemáticas y en 1955 lo hizo al de Estadística, que acababa de crear Jerzy Neyman, con quien colaboró muchos años.

Elizabeth Scott utilizó la estadística en estudios de astronomía y meteorología, así como herramienta para promover la igualdad de oportunidades y salarios para las mujeres académicas. De hecho, mi último recuerdo de ella, poco antes de su fallecimiento, es haberla escuchado en una mesa redonda sobre las mujeres STEM. Poco después de fallecer, el comité de presidentes de sociedades de estadística instituyó en su honor el Premio con su nombre para reconocer a personas que contribuyeran a promover carreras académicas de mujeres en estadística.

Pero mi inspiración en mujeres científicas no solo la asocio a quienes tuvieron que franquear fuertes barreras en tiempos difíciles. También corresponde a mujeres próximas en edad e incluso mucho más jóvenes.

¿Qué la motivó a especializarse en Estadística e Investigación Operativa y cómo surgió su interés por los elementos aleatorios con valores de conjunto y conjunto fuzzy?

Posiblemente exista cierta predisposición genética detrás de mi afición por las matemáticas y, concretamente, por la estadística y la investigación operativa. Dos de mis hermanos cursaron esa especialidad antes que yo y después lo hicieron tres sobrinos.

Cuando inicié la Licenciatura de Matemáticas en la Universidad de Valladolid no había tomado ninguna decisión acerca de la especialidad a elegir: matemática pura o estadística e investigación operativa. Al acabar el tercer curso, de una carrera de cinco, había que escoger la rama por la que se optaba y en él había estudiado probabilidad y estadística. Era mi primer encuentro con esa materia y me encandiló desde el primer momento. Aunque la matemática pura y su abstracción tiene mucho atractivo, la estadística se sustenta en fundamentos probabilísticos de índole muy similar al de la matemática pura y, a su vez, se acompaña de aplicaciones desafiantes y motivadoras que le confieren realismo. Además, involucra una componente filosófica para abordar los problemas a los que busca dar solución y que precisan de herramientas probabilísticas universales para gestionar la incertidumbre subyacente a los mismos.

En cuanto a mi interés por los elementos aleatorios con valores de conjunto y conjunto fuzzy, mi hermano Pedro, director de mi tesis doctoral, nos sugirió a sus primeros estudiantes de doctorado la posibilidad de examinar la conexión o combinación de los conjuntos fuzzy con la estadística y la probabilidad. Seguramente influyera en ello el discurso “Conjuntos Borrosos [fuzzy], Estadística y Probabilidad” con el que a finales de 1981 tomó posesión como académico numerario de la RAC Francisco Azorín Poch, al que dio contestación el entonces ya veterano académico Sixto Ríos, director de tesis y mentor de Pedro.

¿Qué aprendizajes o experiencias destacaría de su etapa como Research Associate en la Universidad de California en Berkeley?

Lo primero que destacaría es la experiencia en sí misma de desarrollar una estancia, de cerca de dos años, en una institución de nivel muy elevado en todos los aspectos. Tuve la enorme suerte de poder disfrutar de esa estancia junto a mi marido, aunque al trabajar en distintos centros (halls) apenas coincidíamos en el campus. Eso implicó conocer nuevos compañeros con los que intercambiar ideas, además de varias formas de trabajar que desconocía totalmente. En el año 1988, Berkeley ya disponía de una red bitnet y de una base de datos de las bibliotecas de las universidades públicas californianas que, sin más que adquirir un ordenador y un módem y disponer de línea telefónica, te permitía una buena aproximación del actual internet desde casa. Y la propia biblioteca de la universidad, en un campus en el que todos los edificios estaban cercanos, era un verdadero sueño.

Podía asistir a cursos, conferencias o reuniones de grupos de trabajo muy enriquecedores. Tanto en el departamento de estadística como en la división de ciencias de la computación se respiraba una atmósfera científica de primera línea.
Y pude conocer y ‘cruzar bastantes palabras’ con mis dos supervisores. Un auténtico lujo. Por un lado, el científico computacional Lotfi Zadeh, creador de la teoría de conjuntos y de la lógica fuzzy y, por otro, el estadístico bayesiano David Blackwell, coautor del primer libro en inglés sobre decisión y teoría de juegos que había estudiado en la licenciatura. Es imposible resumir todo lo que aprendí de ellos y lo fácil que su modestia (esa que tienen muchos de los grandes sabios) hizo el acceso a consultarles con frecuencia. Atesoro como una evocación muy grata haber podido escucharlos conversando sobre ciencia, y percibir el respeto, la admiración y el cariño mutuo que se profesaban.

¿Cuál ha sido el mayor desafío al trabajar con datos provenientes de elementos aleatorios con valores imprecisos y cómo los ha enfrentado su grupo de investigación SMIRE+CoDiRE?

Hacia finales de los ochenta, nuestro grupo en Oviedo (primero SMIRE y, más tarde, SMIRE+CoDiRE) optó por incorporar un modelo que se había introducido a mediados de de esa década para los mecanismos que generaban aleatoriamente datos con valores imprecisos (más concretamente, con valores de conjunto fuzzy): los conjuntos fuzzy aleatorios. Los primeros problemas que abordamos con dicho modelo fueron los de decisión estadística con pérdidas o utilidades imprecisas modelizadas mediante conjuntos fuzzy. Posteriormente, fuimos desarrollando una metodología para el análisis estadístico de datos fuzzy basado en los conjuntos fuzzy aleatorios (o en el caso especial de los conjuntos aleatorios), que es el tema en el que continuamos trabajando.

Ambos estudios obligaron, en primer lugar, a dar respuesta a diversas cuestiones de carácter probabilístico relativas a los elementos aleatorios con valores fuzzy. Algunas afectaban al propio modelo, que requería hacerlo más manejable y verificar algunas propiedades esenciales para garantizar que estaba bien formalizado en el marco probabilístico y que con él cobraban sentido inmediato muchas de las nociones fundamentales. Otras se referían a la identificación de los datos fuzzy con una parte de otros más conocidos y estudiados (los datos funcionales), examinando la correspondencia de su aritmética y, especialmente, las precauciones a tener en cuenta al concernir a una parte.

Y, en segundo lugar, en conexión con el análisis de datos, había que soslayar en lo posible varios inconvenientes propios del tipo de datos complejos que queríamos tratar, a saber: la falta de linealidad con su aritmética, la falta de orden total universalmente aceptado entre sus valores y la carencia de modelos realistas de las distribuciones para los elementos aleatorios implicados. Muchos de estos inconvenientes se han ido sorteando gracias al empleo de ciertas distancias, de la identificación señalada o de aproximaciones bootstrap.

¿Qué aplicaciones prácticas han surgido de sus investigaciones en torno a los conjuntos fuzzy y cómo han impactado en otros campos científicos o industriales?

Las aplicaciones prácticas han sido la fuente de inspiración de los estudios del grupo. Desde sus primeros trabajos sobre conjuntos fuzzy, Zadeh anticipó que constituían una herramienta oportuna y manejable matemáticamente para establecer una escala de medida de muchas valoraciones humanas que son intrínsecamente imprecisas. Este tipo de valoraciones son frecuentes en muchos estudios de las ciencias sociales, biomédicas y tecnológicas.

La primera de las aplicaciones de la metodología de análisis de datos fuzzy en la que nos hemos involucrado ha sido la del diseño y el análisis de cuestionarios en los que algunos o todos los rasgos latentes sobre los que se quiere recabar opinión tienen naturaleza imprecisa, en el sentido de no poder medirse numéricamente. En los últimos años esta aplicación se ha llevado a cabo en colaboración con investigadores del área de psicología social de nuestra universidad y de la Cátedra Asturias Prevención de la Universidad de Oviedo, que dirige uno de esos investigadores. Estudios acerca de políticas educativas, de recursos humanos, de salud laboral, etc., junto con estudios de índole más teórica, han llevado a concluir que el empleo de escalas libres de valoración fuzzy para la respuestas a los ítems de los rasgos de naturaleza imprecisa y de la metodología de análisis de datos fuzzy desarrollada por SMIRE+CoDiRE, conduce a conclusiones más fiables y fieles a la realidad que el empleo de escalas tradicionales (como las de tipo Likert con etiquetas o símbolos lingüísticos, o las visuales analógicas).

Otra aplicación más reciente es la del empleo de técnicas robustas del análisis de datos fuzzy desarrolladas por el grupo para establecer una ‘valoración de consenso’ para la percepción de la posibilidad de fallo de las presas. De acuerdo con las directrices del Comité Nacional Español de Grandes Presas, conviene que la percepción de cada experto se caracterice por una terna que se asimila de modo innato con un valor fuzzy y el consenso tenga en cuenta las valoraciones de todos los expertos, pero asignando distintos pesos en función de su discrepancia con el resto. Para este fin se está colaborando con la spin-off de la Universitat Politècnica de València iPresas.

¿Qué significó para usted recibir la Medalla de Plata del Principado de Asturias y la distinción SEIO-FBBVA en términos de su carrera académica y personal?

Se trata de dos reconocimientos muy entrañables. El primero, por provenir de una región que no fue la de mi nacimiento y mis estudios universitarios, pero sí en la que ha transcurrido mi trayectoria profesional. El segundo, por ir ligado a una sociedad científica a la que me unen muchos lazos, compañeros y amigos.

De la Medalla de Plata de Asturias, transcurridos más de 10 años, aún no sé de quién o quiénes ni por qué surgió la propuesta, si bien sé que se gestionó a través de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias. De la Medalla de la SEIO sí supe (aunque a posteriori de que enviaran la candidatura) de quiénes derivó la misma, pero decidieron ocultármelo con antelación para evitar que les desalentara.

No sé si han significado más o menos en mi carrera académica, pero lo han hecho profundamente en la personal.

Y, aunque menos visible, otro ‘premio’ muy bonito es el de reencontrarse con exalumnos que, al cabo de los años, recuerden que trataste de transmitirles con ilusión la querencia por una materia que te gustaba tanto.

Como Académica electa de la AACI y miembro de honor del Real Instituto de Estudios Asturianos, ¿qué objetivos se ha planteado a futuro en su contribución a estas instituciones?

De la Academia Asturiana de Ciencia e Ingeniería (AACI) soy académica electa desde su constitución a finales de 2021 y tomaré posesión como numeraria el 4 de julio de 2025.

El nombramiento como miembro de honor del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) tuvo lugar a finales de 2024 y es consecuencia de mi pertenencia a la RAC.

A principios de 2021, en tiempos de la pandemia de COVID-19, quedaban pocos años para jubilarme y no sentía mayor temor a una depresión post-profesional. En actividades como las de investigación podría seguir participando y estaba convencida que no se iban a cortar los hilos de contacto con los compañeros. Por otro lado, se me ocurrían muchas otras actividades con las que iba a continuar sobradamente ‘entretenida’. Tuve que desechar parte del esquema de futuro cuando el actual presidente de AACI concibió la idea de crearla y supe de los investigadores con los que, de partida, compartiría iniciativa y trabajo. Había y sigue habiendo mucho por hacer, y los objetivos van planteándose semana a semana, en cada reunión de la comisión ejecutiva a la que pertenezco. Es una institución muy joven, pero con mucho afán por trasladar a la sociedad asturiana la trascendencia de las diferentes áreas científico-técnicas para su futuro.

En marzo de 2022 fui nombrada académica electa de la RAC y en enero de 2023 ingresé en ella como numeraria. En ese ingreso dije que mi objetivo primordial era aprender de los maestros, y puedo declarar dos años después que así está siendo y que lo estoy disfrutando a conciencia.

Como efecto secundario de ser académica numeraria de la RAC, el Real Instituto de Estudios Asturianos me ha incluido como miembro de honor. Esta será otra oportunidad que me reportará enseñanzas muy singulares sobre una Asturias a la que debo tanto.